Dobletinte


Detrás de los flashes que captan a la jugadora rusa está la historia de su familia por sobrevivir al desastre de Chernobyl.



A mediados del 2004, con el maltratado pasto que se observa en las canchas de Wimbledon en instancias finales, una desconocida rusa de 17 años con mucha potencia en sus tiros y una mentalidad ganadora envidiable, se animaba a medirse ante la multicampeona estadounidense Serena Williams. La precoz rubia aturdía con sus gritos y dejaba atónitos a los todos espectadores que en el All England Tennis and Croquet club observaban como la californiana era arrasada por 6-1 y 6-4. María Sharapova pasó del anonimato a la fama total. Sus atributos tenísticos se complementaron con su belleza y rápidamente ocupó el centro de la escena en el circuito femenino. Hoy, la nacida en Siberia hace 23 años busca recuperarse de una operación en el hombro izquierdo que no la deja volver a ser la súper campeona que hace un par de años supo ocupar el puesto número 1 del ranking mundial. Pero hay otra faceta que no muchos saben sobre la gigante de 1.88 metro que indirectamente la involucra, desde lo sentimental, con el problema nuclear que vive Japón por estas horas. La historia de Sharapova arranca un año antes de su nacimiento. El 26 de abril de 1986, el reactor cuatro de la central nuclear de Chernobyl, ubicada al norte de Ucrania, aumentó significativamente su potencia, su núcleo se sobrecalentó y la radiación que contenía se disparó directamente hacia la atmósfera. Yuri y Yelena, los padres de Sharapova, eran un obrero de construcción y una secretaria que vivían en Chechersk,en la provincia bielorrusa de Gómel, a 300 Km. de la frontera con Ucrania. La nube radiactiva se dirigió a su ciudad. Muchas personas de la zona se enfermaron, Yelena, que cuatro meses después de la catástrofe descubrió que estaba embarazada, cayó enferma y junto a su esposo decidieron escapar de la zona para cuidar a su futura hija. "Todavía hablo con mi madre sobre lo que ocurrió, es una conversación que aparecer de vez en cuando. Ella estaba muy preocupada porque la radiación pudiera afectarme con enfermedades como el cáncer. Mi abuela paterna, Galina, aún vive en Gómel. Me mantengo en contacto con ella y hablamos mucho. Al principio no concebía la magnitud del desastre, pero cuando crecí entendí el problema y comencé a involucrarme para ayudar a quienes todavía siguen ahí.”explicó hace un tiempo Sharapova. El matrimonio se mudó a Nyagan, Siberia en Rusia donde las temperaturas llegan a los – 40 C, uno de los pocos lugares a los que pudieron trasladarse debido a la frágil realidad económica que la familia tenía que sobrellevar, y allí, el 19 de abril de 1987, una semana antes al aniversario del accidente en Chernobyl, Yelena dio a luz a María Yúrievna Sharapova. La ganadora de tres torneos de Grand Slam es embajadora de la buena voluntad del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y lleva donados 350.000 dólares para ayudar a las zonas afectadas en Gómel, y promover las actividades deportivas de los niños. “Espero hacer muchas más cosas como esto cuando mi carrera deportiva termine. El tenis puede ser sólo un juego, pero la plataforma desde la que yo puedo ayudar”, explicó la rusa. A mediados del año pasado, “Mascha”, como la llaman en Rusia, visitó por primera vez la zona de la cual sus padres se alejaron hace 25 años. En su llegada, la siberiana visitó a los niños que sufren por los residuos radiactivos en el hospital de Chechersk y pasó por el centro de arte en el cual los chicos aprenden sobre como cuidar el medio ambiente. "Mi conexión aquí es real. Probablemente es uno de los lugares que con mayor fuerza puedo llamar como mi casa aunque nunca haya vivido aquí. Puedo tener muchas cosas materiales que no me hacen feliz como es estar aquí”, admite Sharapova “Este es pueblo un pueblo fantasma en el medio de la nada, y parecería que nada se puede hacer para recuperarlo, por eso lo mejor que podemos darle a la gente es esperanza”, comentó Yuri. La rubia que a los seis años se mudó junto a su familia a Estados Unidos cree que si la catastrofe no hubiera ocurrido quizás ella no sería la celebridad que luce su figura para las cámaras. “Si Chernobyl no hubiese ocurrido quizás mi vida hubiera sido diferente. Quizás nunca hubiera llegado a ser una jugadora de tenis. A veces vuelvo el tiempo atrás y pienso, dios lo que pasó fue terrible. Fui muy afortunada de haber escapado de allí. Muchos murieron a causa de la radiación. Tengo suerte de estar viva. Recuerdo que mis padres decían que la ciudad era un caos”
La rusa en su visita a Belarús A principios de año, la número 18 del mundo, lanzó una beca a través de su fundación con el objetivo de captar a 12 niños prodigio que viven en las zonas afectadas en Belarús para participar en un programa escolar en el cual podrán asistir a dos de las mejores universidades de ese país.

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