El británico no ganaba un partido desde las semifinales de Australia; en la próxima ronda enfrentará a Simon.
Para el escocés Andy Murray su encuentro de hoy ante el checo Radek Stepanek no era un partido más. Después de tres meses sin victorias, el británico cortó la mala racha y se impuso por 6-1 y 6-4, y pasó a octavos de final del Masters 1000 de Montecarlo.
Su último triunfo había sido en las semis del Abierto de Australia ante el español David Ferrer en un encuentro en el que tuvo que trabajar muchísimo para acceder a la final del primer Grand Slam del año en la cual fue barrido por el serbio Novak Djokovic, y donde luego de ese partido la confianza del número 4 del mundo comenzó a naufragar.
Desde allí clavó tres primeras rondas. En el ATP 500 de Rotterdam, en el que defendía el título, sucumbió ante el chipriota Marcos Baghdatis, y luego, en los Masters 1000 de Indian Wells y Miami, fue derrotado por los estadounidenses Donald Young y Alex Bogomolov, dos rivales contra los que en su vida habría imaginado que podía perder.
Tuvo que esperar 75 días para reencontrarse con el triunfo.
Con un primer set muy sólido, y un segundo con algunas lagunas pero del que fue justo ganador pasó, luego de tres torneos, la primera ronda de un certamen.
Es cierto que Stepanek no es un especialista en canchas lentas, pero si se tienen en cuenta los anteriores partidos y los dos últimos rivales con los que perdió el escocés, el checo es un oponente mucho más digno. Además, Murray tampoco es un eximio jugador en canchas de polvo de ladrillo.
El británico, que espera contar con el Inglés Tim Henman como su nuevo entrenador, enfrentará al francés Gilles Simón, un tenista mucho más acostumbrado a jugar en tierra y con quien no la tendrá nada fácil.
Al menos, para recuperar confianza, a Murray la victoria le sirve.
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